Los laboratorios de co-creación de herramientas pedagógicas de la Comisión de la Verdad, una experiencia para no olvidar


Por Alexandra Bernal Pardo


Durante el 2020, en medio de una situación de pandemia en la que la incertidumbre y el miedo a la muerte estuvieron presentes en los corazones y las mentes de los habitantes de la Tierra, la esperanza y la unidad en torno a la reconciliación y la apuesta por la paz en Colombia fueron protagonistas en la vida de quienes hicimos parte de la primera cohorte de los Laboratorios de co-creación de herramientas pedagógicas de la Comisión de la Verdad. 

Hoy, comenzando el 2021 con más expectativas que caminos claros, siento la necesidad de compartir mi experiencia en los laboratorios e invitar a más personas a unirse a esta iniciativa. Para esto, antes que nada, quiero agradecer a la Comisión de la Verdad por invitar a docentes de todo el país, así como a organizaciones de la sociedad civil y a todos aquellos interesados en la pedagogía alrededor de la verdad, a experimentar un encuentro virtual que, excediendo las expectativas, nos permitió mucho más que co-crear herramientas pedagógicas: nos permitió co-crear-nos.

El 2021 es un año histórico para Colombia. Este es el año en el que termina su período la Comisión de la Verdad, creada en el marco del Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, firmado entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC en noviembre de 2016. También conocida como la CEV, la Comisión tiene un rol fundamental en el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, SIVJRNR, pues nos ayuda a comprender la verdad de lo ocurrido en el marco del conflicto armado y nos ofrece una lectura y un contexto más amplio desde donde podamos entendernos como sociedad para dirigirnos hacia la reconciliación en pro de la no repetición.

Pensar esclarecido, sentir conmovido y acción transformadora

Estos son los tres pilares de la brújula de los laboratorios de co-creación de herramientas pedagógicas para la comprensión y apropiación del sentido de la Verdad y la recepción del legado de la Comisión de la Verdad por parte de niñas, niños y jóvenes.

Esta reflexión acerca de mi experiencia en los laboratorios está motivada justamente en el sentir conmovido que este proceso ha generado en mi. El cuidado con el que la Comisión diseñó los espacios desde el primer día fue semilla para un compartir generoso y reflexivo por parte de los participantes, un compartir no sólo individual sino colectivo. El viaje que un grupo de cien desconocidos emprendimos en agosto de 2020, en medio de una pandemia que nos hizo replantearnos nuestros planes, fue la oportunidad de resonar y darnos cuenta de que somos muchos los que compartimos el anhelo del esclarecimiento de la verdad como parte del camino de la construcción de paz. Fue un espacio de esperanza en medio de un año caracterizado por la continuación de la violencia particularmente hacia líderes y lideresas en los territorios de Colombia.

Los espacios de aprendizaje generados me permitieron comprender y experimentar la compasión y la empatía, dos pilares éticos necesarios en momentos post acuerdos de paz. La compasión y la empatía se afianzaron en mí a través de la posibilidad de escuchar relatos pedagógicos de docentes y organizaciones de diversas regiones del país. La compasión y la empatía han sido emociones que he aprendido a cultivar con más determinación desde que en 2016 decidí unirme a un grupo de soñadores que le apuestan al diálogo como base de la transformación de conflictos, Rodeemos El Diálogo – ReD.

Fue en el marco de los espacios organizados por ReD donde sentí por primera vez ese sentir conmovido hacia personas con las que compartía el anhelo de construir paz, incluyendo aún a aquellos que nunca pensé tener la oportunidad de escuchar empáticamente: los responsables de hechos violentos en contra de mi propia familia. Esa es otra historia.

Los laboratorios también me permitieron conectar con el pensar esclarecido acerca del dolor de muchos territorios y de la necesidad urgente de la no repetición. Un pensar colectivo que lleva un largo proceso de gestación y puesta en práctica silenciosa, a través de los incansables esfuerzos de maestras y maestros de todo Colombia por hablar de paz, reconciliación, verdad y resiliencia en medio de contextos conflictivos. Un pensar esclarecido, más allá de la idea que me mueve y me motiva, la de las muchas paces posibles y verdaderas.

Mi experiencia en los laboratorios es, fue y seguirá siendo una acción transformadora en tanto me acerca a diferentes personas y a través de ellas a sus comunidades, a las cuales  en su mayoría no había tenido la oportunidad de conocer. Como ciudadana de un país, como tantos, en donde cada región tiene su propia lógica y su historia territorial, pero en donde cada región se caracteriza por dinámicas de conflicto particulares y una manera distinta de relacionarse con sus historias, compartir con seres humanos comprometidos con el esclarecimiento de las verdades hizo de este espacio virtual, uno de nutrición del alma y la mente. 

Escuchar de primera mano los caminos pedagógicos desde cada rincón del país me ha permitido transformar mi mirada, ampliándola y enriqueciéndola. Escuchar esos senderos pedagógicos regionales me permite acercarme a la riqueza de este país, representada ahora en nuestra creatividad al servicio de la pedagogía que nos permite soñar y crear un mejor mañana. Me sorprendió particularmente la presencia constante de las artes en la pedagogía para la paz, por parte de quienes se dedican por vocación y compromiso a la promoción de la reconciliación en los territorios. Los laboratorios estuvieron llenos de poesía, de música, de teatro, de pintura, de oportunidades de expresarnos sin palabras y acompañarnos a habitar las emociones que nos genera vivir en este país.

Es a partir de este esfuerzo que nos juntamos a co-crear-nos como trabajadores y trabajadoras de paz, como agentes de cambio en nuestras regiones y como responsables conscientes del legado de la Comisión de la Verdad. Quienes hicimos parte de los laboratorios en 2020 adquirimos un compromiso como multiplicadores de herramientas pedagógicas para el esclarecimiento de la verdad que impacten no sólo a niñas, niños y jóvenes, sino a madres, padres, cuidadores, docentes, funcionarios públicos, empresarios, reincorporados y todos los que habitamos este país.

Los laboratorios de co-creación de herramientas pedagógicas de la Comisión de la Verdad me permitieron saber y comprender que no partimos de cero y que nos complementamos; me permitieron reconocer la riqueza de aproximaciones y los múltiples canales pedagógicos para la apropiación y la difusión del legado de la Comisión; y me vincularon a una comunidad educativa rica, diversa y comprometida. Los laboratorios también me ayudaron a transitar colectivamente momentos dolorosos como el asesinato de cinco jóvenes en Cali en agosto de 2020, cuyo maestro hacía parte de nuestra comunidad de aprendizaje. Juntos sostuvimos emocionalmente el dolor de lo ocurrido, a través de lo simbólico del encuentro y a pesar de la distancia.  Lo simbólico fue, sin duda, un elemento clave para el sentir conmovido, el pensar esclarecido y el actuar transformador

Esta fue una experiencia para no olvidar. Los laboratorios me conectaron con la esperanza y la posibilidad de ser parte del tejido para la convivencia pacífica y la no repetición. ¡Gracias a quienes hicieron esto posible! Celebro que en 2021 más personas puedan sumarse a vivir la experiencia y a hacer comunidad para sostener el legado de la Comisión de la Verdad. 


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  2. […] up in adversity due to the presence and aftermath of armed conflict. The initiative also seeks to strengthen a network of educational communities and their partner organizations. Their efforts aim to set the groundwork […]

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