Querida Juana


Por Juana Rojas Mayol


“Querida” Juana…

A veces, cuando tú no lo hagas, la vida te va a obligar a parar. En el 2020 habrá una pandemia mundial y tú, siempre participando en la cantidad de actividades suficientes para no tener que sentir con profundidad tus emociones, te encontrarás quieta, lejos de tu casa, en el refugio al que comenzarás a llamar tu hogar, sintiendo todo aquello que querías ocultar. 

El mundo completo se va a paralizar y tú, aunque parezcas quieta, vas a cambiar, tendrás que sentarte y evolucionar, recordar lo que antes eras y, tal vez, dejar a un lado lo que ya eres. 

Cuando llegues a este momento, no tengas miedo, la vida se vive de muchas maneras y aún te quedan caminos por recorrer. Sé que dices odiar la incertidumbre, pero sé también que permaneces en ella hasta que las cartas que quieres jugar se hacen claras.

Estarás a punto de acabar las dos carreras que siempre quisiste estudiar y aunque sentirás que no sabes mucho verás que has recorrido lo suficiente para seguir adelante. No pretendas saber lo que aún no sabes, si es que llegarás a ese punto cuando sea el momento. Espinosa, a quién comenzaras a leer como a un amigo, te enseñara que la vida ya está determinada y que hay que vivirla para descubrir cuáles son esas determinaciones.

Empezarás una practica como un requisito para graduarte, pero acabarás esa practica como un requisito de tu propia vida para recordar quién quieres ser. Desde el primer correo te dirán “querida” Juana y al comienzo te incomodara, pero no tengas prejuicios. Conoce las caras que hay detrás de los correos y déjate guiar por la humanidad que llevas dentro y a la que eres tan sensible pero prefieres ignorar para no mostrarte vulnerable.

Tendrás que hacer cosas que sé que no te gustan; serás, entre otras cosas, algo así como una psicología organizacional, pero no te dejes engañar por ese nombre. Lo importante ahí no es que hagas psicología organizacional sino la organización en la que lo vas a hacer. Harás también tareas “administrativas” que, te aseguro, no disfrutarás, pero también y sin darte cuenta, vas a comenzar a confiar en ti y en tus capacidades otra vez. Siempre está bien dudar lo que puedes hacer, pero no se te olvide que “la humildad es la verdad” y si tu no reconoces lo que puedes hacer nadie más lo hará por ti.

La vida no es una competencia, y aunque sé que sabes esto, a través de los años lo has olvidado y has optado por no participar. La universidad tiene ese defecto: nos hace creer que sumarle puntos al otro es restarse puntos a uno mismo. ¡Si tan solo entendiéramos que estos puntos ni siquiera existen! Esta práctica te ayudará a recordar que la vida sí es un juego, pero no un juego en el que haya un ganador, y por eso lo único que se tiene que hacer es disfrutar.

No es disfrutar como una especie de hedonismo, como una búsqueda imparable de placer, o concebir la satisfacción como el fin moral último. Es disfrutar de la profunda comprensión de ese destino común que tenemos con los otros y de la conciencia de nuestra participación (que es activa por definición) en ese todo que es la humanidad.

Es disfrutar de crecer con los otros, ver lo bueno en cada alteridad, entender que hay bien, que hay voluntad de bien y que también hay mal, pero que ninguno pesa más que el otro. Reconocerás también, con el ejemplo de aquellos con quienes trabajas, el deber individual que tienes de ofrecer lo que puedas aportar al esfuerzo colectivo para la consumación de una promesa, en este caso la promesa de construir y ser nosotros mismos una mejor versión del mundo en el que vivimos. No estarás siempre dispuesta a aportar lo mismo. En algunas reuniones te encontrarás pensando en otras cosas y te costará alejar los ojos del verde que se muestra a través de la ventana al frente tuyo, para verlos a “ellos”, a esa otra cantidad de personas que trabajan por un mundo posible que es mejor, mucho mejor al que tenemos.

Te sorprenderá la cantidad de generosidad que encontrarás aquí y te sentirás cómoda en estos espacios. Verás como cada uno de “ellos”, como los llamas al comienzo, realizan una acción libre, que se basa en el amor, de dar y recibir lo que se necesita, a quien lo necesita y como se necesita. Admirarás a estas personas que dan su tiempo a cambio, sin saberlo, de un empujón para la transformación personal. Dudarás muchas veces si lo que se hace allí es suficiente, y te desanimarás con las noticias que oyes, pero te llenarás de esperanza en el encuentro con sonrisas honestas. En el respeto con el que se tratan los miembros de esta organización y también en el valor que encuentran, sin ningún tipo de vergüenza, en la autocrítica.

Hay algo que vas a aprender, algo que crees saber, pero que solo hasta este momento comprenderás y es que el cambio y la búsqueda de un mundo mejor comienza de forma individual pero se potencia cuando es colectivo. Ya has aprendido que el tiempo avanza rápido y sabes por esta razón el valor que tiene. Por esto comprenderás que no tiene sentido trabajar en algún lugar en donde no se esté buscando potenciar las transformaciones individuales para la creación de un mundo mejor. No te voy a decir qué harás después de esta práctica, pero lo que sí te voy a decir es que tú misma has quedado transformada después de estos meses.

Y, aunque no me creas, tú serás quien escribe “querido xx”, a veces firmarás los correos con “un abrazo” y “yo” y “ellos” se convertirá en “nosotros”. Tendrás también que hacer conciencia de tus emociones y del rol importante que estas juegan en la vida; y lograrás acercarte más al ejercicio de la política, al ser político que has tenido en deuda desde que volviste a Colombia.

No vayas a pensar que estos cambios son menores. Date el tiempo que necesites para poderlos asimilar y no tengas miedo de estar en la mitad; tu familia y la organización tendrán poco que ver, pero a medida que avanza el tiempo te darás cuenta que, en esencia, se parecen y que en tí convergen dos mares y que solo se mezclarán si así lo deseas.

Una de tus tareas que estoy segura disfrutarás será pensar, observar y describir. En esta organización afirman promover la “cultura de diálogo”, y tú, mientras piensas en cómo describirla, serás víctima de ella, y entre más crees entender racionalmente lo que es, más te envolverá y te transformará. Sintiendo como te atrapa querrás apurar la descripción pues quieres ver de lejos lo que es. Pero lo que no sabes es que esa descripción sólo la podrás hacer cuando ya estés dentro, sumergida en ella, porque no es algo que se entienda con la cabeza sino con el corazón.

Al final, vas a entender la cultura de diálogo como un proceso irregular, a veces consciente y a veces inconsciente, mediante el cual se interioriza una serie de conductas que posibilitan el encuentro con los otros dentro de ReD y fuera de ReD. La interiorización implica un cambio personal y colectivo.

Estas conductas interiorizadas tienen que ver con la actitud que se tiene frente al otro, sus creencias y sus valores. Y dicha actitud se relaciona directamente con los seis principios de ReD: el respeto, la honestidad, la solidaridad, la generosidad, la autocrítica y la corresponsabilidad.

Y, cuando acabes la práctica y te reconozcas en el espejo, verás que algo cambió. No podrás ponerle nombre de inmediato, y te tomará un tiempo comprender qué es aquello que ahora es diferente dentro de ti; ten paciencia, que llegará a su debido momento.

No olvides agradecerles a todos los que te empujaron hacía la transformación personal: ¿cómo podríamos hacerlo solos? Si admiras, di que admiras; si estás agradecida, da las gracias; si quieres tutear a un extraño o escribir “querido”, hazlo. Vas a conocer gente maravillosa en el camino, personas con las que seguramente, de no ser por esto, nunca te habrías encontrado en la vida, así que no las des por sentado. ¡Agradece, disfruta y sé parte del mundo que quieres ver!

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